El Mundo Venezuela

FIN DE SEMANA

Sobreactuar es pecado

ANTI-GALÁN A Jorge Enrique Abello lo conocimos en “Perro amor”. Ahora es el patán que hace llorar a las feas.

Daniel Uzcátegui Bogotá


Tiene rato tosiendo. Fuma mucho, no se abriga, y está brisando.

Se queja del clima de Bogotá.

“Este berraco tiempo y el frío del estudio me tienen la garganta mal”. Al tiempo, Jorge Enrique Abello despide otra bocanada de humo y comienza a contarnos su historia.

Es un hombre casado, se graduó de periodista, es director de TV y sus ratos libres se los dedica a la actuación. Muchas facetas en su vida y poco tiempo para hacer todo lo que quisiera; sin embargo, nunca está demasiado ocupado para voltear a mirar si una mujer bonita se le acerca.

Jamás soñó con convertirse en galán, pero ahora en todas partes lo conocen como Don Armando Mendoza, el neurótico protagonista de Yo soy Betty la Fea, la telenovela de moda.

Haces de neurótico, ¿cómo logras no sobreactuar?

(Risas) Tengo el mejor director del mundo. Él me salva de no cometer ese pecado.

¿Quién es Armando?

Un tipo que no sabe de nada.

Sólo ha visto una parte del mundo, la que su privilegiada posición social le ha permitido ver.

No sabe de valores, ni de sentimientos, y tiene un orgullo tenaz, que lo hará derrumbarse, pues aunque lo desconoce, él mismo es su peor enemigo.

¿Se te pegaron sus mañas?

¡Dios me libre! Él es un tipo explosivo, yo no. Puedo molestarme, pero nunca exploto en gritos. Soy alegre y estricto, él no sabe qué es eso. Sólo sabe aprovecharse de su galantería para conseguir mujeres, yo no.

¿Soñabas con este éxito?

Nadie soñaba con esto, pues el canal, como el país, atravesaban por una recesión económica muy fuerte, que nos consignó un presupuesto modesto y una trama que giraría básicamente en estudio. Teníamos que lucirnos para figurar. Por eso, cada vez que la telenovela “totea"en un lugar, doy gracias, porque esto es una bendición de Dios.

¿El galán de moda?

Ni galán, ni de moda. Cuando me escogieron lo hicieron por actor, no por estrella. Para mí ese es un calificativo peyorativo.

Prefiero que digan que estoy haciendo un buen trabajo.

¿Qué viene ahora?

He tenido varias charlas conmigo mismo, y si nadie se mueve, pues yo me muevo. Por ahora terminaré la novela y luego focalizaré mis esfuerzos hacia otras metas.

¿Los bellos se sienten disminuidos porque toda la atención gira en torno a una fea?

Feos y bonitos, todos colaboramos hacia el punto donde la historia tenga que desarrollarse.

Entre nosotros no hay rivalidades, somos amigos, sabemos compartir, de modo que el éxito no es de uno solo, sino del conjunto, incluso mío.